CUANDO LOS HIJOS NO LLEGAN

Qué sucede dentro de una familia en la que se ha soñado con que los hijos recorran todo el recinto del hogar con sus pasitos y con sus carcajadas y en esa espera, nunca llegan? Es el caso de dos personas, hombre y mujer, que se encuentran, se conocen, se aman y unen sus vidas por la gracia y bendición divina, para construir un camino juntos; buscan formar un hogar, sueñan con tener hijos pero esa luz poco a poco se va extinguiendo? No es una situación fácil de aceptar pues lo más duro es reconocer que no se puede ser mamá o papá biológicamente.


Antes que nada, como el primer paso, hay que buscar en lo más profundo del corazón si en realidad deseamos ser padres, examinando la verdad de lo que anhelamos, no por satisfacer el ego de serlo, de lograrlo a como dé lugar, como buscando un trofeo, pues un hijo no es un objeto que se busca en un supermercado. Un hijo o hija es una enorme responsabilidad que requiere de convicción, vocación, entrega, compromiso, servicio, sacrificio y amor del más grande pues ser padres es por toda la vida y hasta la eternidad.

Es duro enfrentar la sociedad. Las preguntas de las personas inoportunas, las miradas de los que no comprenden y los juicios a priori, son algunas de las situaciones incómodas que suelen presentarse, además de la lástima de los amigos, los familiares y demás. Y si los hijos no llegan, qué hacer? Posiblemente llorar inconsolablemente, echar culpas a los demás, huir del problema, encerrarnos en nosotros mismos, abandonar al ser amado que hemos aceptado para emprender un camino juntos, en las buenas y en las malas. Pero la realidad debe ser otra.

 
En segunda medida, debemos aceptar la realidad. A veces se buscan incansablemente las causas por las cuales no se puede engendrar esa semilla que traerá muchas alegrías al hogar; en otras ocasiones el mundo te vende diferentes alternativas de procrear (las cuales no voy tratar en esta reflexión). Pensamos que todo es tan fácil de lograr que en el intento y en el fracaso más desilusionados nos sentimos.

Un tercer momento será siempre el tomar decisiones, pero no individualizadas, tratando de imaginar ese futuro sin hijos o con hijos. Porque el tiempo pasa y no vuelve atrás. A veces las decisiones se deben tomar con fortaleza y convencimiento, pensando en el bien de la pareja, de la familia que se ha iniciado, juntos, sin pensar en lo que los demás deseen, porque es una construcción entre dos (esposo y esposa). Cuando también tomamos la decisión de casarnos, lo debemos hacer con propiedad, teniendo presente que la travesía comienza entre dos, el uno complementándose con el otro, recordando siempre que nos ganamos el cielo a través del cónyuge. Si nos unimos por voluntad propia, es nuestro deber permanecer de igual manera unidos, enfrentando las situaciones que se llegasen a presentar para bien o para mejorar. Es muy triste que antes de ser padres pongamos realidades diferentes por encima, que por vanidad o por egoísmo nos parecen más importantes y que cuando nos damos cuenta, hemos sacrificado tantos momentos significativos que más adelante, muy posiblemente nos pesará. Hay parejas que se unen sólo por viajar o por disfrutar de la vida, cuando también se puede construir un futuro, disfrutar y crecer juntos  y en familia.

En el cuarto lugar, se deben prever alternativas para ejercer la paternidad. En la realidad hay muchas maneras de ser padres; hay algunas personas que se sienten plenas dedicando su vida a seres queridos y cercanos y que son como sus hijos, como sobrinos, hermanos menores, ahijados, etc. Hay personas que deciden ser padres de corazón a través de la adopción. Esta última alternativa es maravillosa; hay una gracia especial en ser mamá o papá de corazón porque hay unos vínculos que vienen de Dios y que se estrechan tan sobre naturalmente que es indescriptible e inexplicable lo que sucede. Qué milagro más grande cuando se unen seres que nacieron por diferente camino y que por la voluntad divina se encuentran y se entrelazan en un amor grande y puro como es el de la familia.

Y si los hijos no llegan… complementaría, naturalmente, existen enormes posibilidades de ser papá y mamá. Ejercer por voluntad propia esta condición humana de trascender conlleva a estar unidos por un lazo invisible pero demasiado fuerte, al amor infinito que Dios nos tiene, porque sólo Él es el encargado de hacer realidad este sueño maravilloso. Una vez que se inicie este compromiso, es irrevocable. Por ello es muy importante que antes de tomar la decisión de ser papá o de ser mamá, siempre volvamos al primer paso… ¿Deseamos ser papás? O sólo es la presión de la sociedad.

El que es papá o mamá actualmente y no ha tenido en cuenta una reflexión sobre su acción, anticipándose y preparándose para ser el mejor guía, orientador y formador, es el momento de detener sus pasos en el camino iniciado y de reconsiderar cuán importante es la huella que están dejando sobre ese hijo o hija. Todo lo que él o ella va a alcanzar en su vida está unido a su ejemplo, a su orientación, acompañamiento, formación y amor. Sin duda alguna, el que se prepara para ser un buen padre o para ser una buena madre, estará recapacitando permanentemente para corregir sus acciones y lograr su perfección para el bien de su hijo o hija; el que es padre o madre por accidente y lo acoge con agradecimiento, amor y entrega, logrará también sembrar un camino lleno de lo mejor para esa personita que llegó a su vida, muchas veces sin estarla esperando, pero que en la realidad, será su compañía y más preciado tesoro en su vida.

Siempre valdrá la pena el esfuerzo y el sacrificio por la felicidad de ese hijo o hija que será el fruto y el reflejo de la labor incansable de papá y mamá.
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