EL PRIMER BEBE SINODAL

Aciprensa

VATICANO, 06 Oct. 15 / 08:17 am (ACI).- Davide tiene tres meses, nació en Holanda y ha hecho historia: es el primer bebé que entra en el Aula del Sínodo. Se podría decir, por tanto, que es el “primer bebé sinodal”, lo que ha hecho que se convierta en el centro de atención de la prensa y de los participantes durante el primer día de reuniones.

Sus padres son Massimo y Patrizia Paloni (45 y 41 años), romanos de nacimiento pero holandeses de adopción. Son catequistas itinerantes del Camino Neocatecumenal (un itinerario de formación católica extendido en todo el mundo), tienen 12 hijos (seis niños y seis niñas) y han sido invitados para ser auditores en el Sínodo de los Obispos sobre la Familia.

La aventura de este matrimonio comenzó en 2004, cuando decidieron ofrecer su disponibilidad a Dios y a la Iglesia para ser enviados como familia misionera a cualquier lugar del mundo a petición del Obispo de la diócesis holandesa de Roermond, Mons. Frans Wiertz, haciendo finalmente de Maastricht su residencia actual.

Cada mañana, el matrimonio acude al Aula Nueva del Sínodo para participar de las sesiones llevando en el carrito a Davide. Allí, el primer día solo lloró una vez, cuentan a ACI Prensa sus padres, “y yo salí rápidamente de la sala para atenderle”.“Hemos tenido una óptima acogida por la Secretaría del Sínodo; han hecho todo lo posible por ayudarnos, por darnos en el interior de la sala un lugar bueno para estar con el niño”, explica la madre.

“Para nosotros es un gran honor poder estar presentes en este gran evento”, comenta Massimo sobre el Sínodo. “Estamos agradecidos por habernos invitado, también porque esto nos dará la posibilidad de dar nuestra experiencia y agradecer al Señor por todo aquello que ha hecho en nuestras vidas”.
Además, “será hermoso poder escuchar a los obispos, a los Padres Sinodales y a todos los expertos que hablarán de la familia. Esperemos que salga a la luz la belleza de la familia cristiana, porque de ella depende el futuro de la humanidad”.
La apertura a la vida
El matrimonio se siente especialmente agradecido al Beato Papa Pablo VI por la encíclica Humanae Vitae (sobre la familia) que “personalmente hemos acogido como una gracia”. Con ella “hemos descubierto una misión fantástica: poder colaborar con Dios en la generación de los hijos que son destinados a la vida eterna”. Esta “es para nosotros la paternidad responsable; no tanto decidir cuántos hijos tener sino ser conscientes de la grandeza de participar en el don de la vida”.
Por eso no tienen ninguna duda en subrayar que “no hemos experimentado esta encíclica como un peso insoportable, sino como un don”. “Dios ha vencido nuestras debilidades y nos ha ayudado a acoger a todos los hijos que ha querido darnos” y esto ha sido gracias a “este camino de iniciación cristiana”.
Por su parte, Patrizia asegura que “a pesar de los combates diarios, puedo testimoniar que vivir la fidelidad conyugal no ha sido un peso, así como la apertura a la vida”, y “hoy me siento feliz y realizada como mujer, esposa y madre”.
“El ‘gran dragón’, el demonio, busca, hoy más que nunca, atacar a la mujer en las tres dimensiones esenciales, presentadas en la Santa Virgen María, icono de la Iglesia y de la mujer: Virgen, esposa y Madre”, dice ella.
Patrizia, además, cuenta que “cada día vemos alrededor nuestro mucho sufrimiento, separaciones, abortos, muchas personas solas y sin esperanza”. “El mundo –asegura– está esperando una luz: la belleza de la familia cristiana, porque estamos convencidos de que la salvación de la humanidad pasa por la familia”.
Massimo añade que “en el Sínodo muchos nos dicen que están muy contentos de ver a un niño, todos le dan una bendición y algunos incluso lo han cargado en brazos”.
“Muchos nos han dicho: ‘es hermoso escucharlos y verlos porque son la confirmación de que lo que nosotros decimos en la teoría puede ser llevado a la realidad’. Somos gente normalísima y si Dios ha podido hacer esto en nosotros también en otros”.
“Hay miles de familias en el mundo abiertas a la vida y fieles al matrimonio”, concluye Patrizia.

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