EL AMOR NO ES… VANIDOSO
Entre el amor que no presume y el amor-no vanidoso, hay una clara diferencia: la presunción hace notar un mérito real; la vanidad finge un mérito inexistente.
Es importante notario porque en nuestra vida social estamos llenos de casos de quienes, sin tocar para nada sus propiedades, han fincado su fama de benefactores del pueblo, antes lejos de empobrecerse han logrado enriquecerse más y no tienen empacho en recibir el aplauso y los elogios que no les corresponden. La Biblia los retrata con el terrible caso del rico que arrebató al pobre su única ovejita para ofrecer un banquete y conseguir la gratitud del agasajado.
Cómo también es tierno y vibrante, por otro lado, el caso de la limosna de la viuda quien en forma secreta depositó en la alcancía para los pobres, lo poco y único que tenía, mereciendo aquel precioso elogio de Cristo: «ésta dio más que los demás; ellos han echado dinero que les sobraba…; ella lo dio todo y lo necesitaba para vivir» (Mt.13:43-44).
Igualmente cuando la juventud solo piensa en lo material, las compras, la fama, las marcas, sin importarles en absoluto que con el precio de un vestido comería toda una familia en un mes.
Profundizando en el sentido cristiano de dimensión social, descubriremos que, aunque la providencia nos hubiera enriquecido con grandes bienes de fortuna y un corazón generoso, ni aún entonces, nadie puede ni debe vana gloriarse: «¿qué tienes que no hayas recibido de Dios? y si tú crees que no has recibido nada, ¿por qué eres tan vanidoso, y presumido?» (1 a, Cor. 4:7) En fin de cuentas, la única gloria es solo para Aquel, que nos da, para dar.
Autor: Monseñor Rafael Gallardo García | Fuente: laverdadcatolica.org