LA MAGIA DE LA NAVIDAD
Por: Eleana Endara Borja
Los cristianos del mundo entero empezamos a vivir a partir de hoy dos de diciembre, el tiempo de Adviento, que son los 4 domingos previos a la navidad. Es una época hermosa todos nos sentimos renovados, felices, pues se aproxima la fecha que nos hace volver a esa infancia mágica, donde se nos cortaba la respiración todos los 24 de diciembre esperando que ya pusieran al Niño Dios en su cunita en el Belén que teníamos en todas las casas, y el Niño Dios no llegaba solo, traía un buen número de regalos para todos los que nos habíamos esforzado por portarnos bien, por ser buenos alumnos, etc.
Hoy siglo XXI, segunda década, empezamos a saborear ya ese tiempo, pero con radicales diferencias, todos los centros comerciales, ya encendieron sus luces, pusieron sus majestuosos árboles, y lo invitaron al ¨Gordo de rojo y de barba blanca¨ para que con su jo,jo,jo,jo haga suspirar a los niños, y les sugiera los más inverosímiles y únicos juguetes que les cortará la respiración el rato que él se los de el 24 de diciembre a las 12 de la Noche.
Y como todos los años me pregunto: ¿Qué hemos hecho y que estamos haciendo los cristianos en general, por recuperar nuestra gran fiesta de la Navidad?, pues nos la hemos dejado robar y con nuestra propia complicidad, pues son los mismos papás que le dicen a sus hijos, «tienes que portarte bien para que ¨papá Noel¨ te traiga los regalos que has anotado en la carta», que muchas veces es como un pliego de peticiones de un sindicato, en las casas, en los comercios no hay ya Belenes, hay árboles, hay muchas luces, hay mucho barullo, y ni de casualidad un nacimiento.
¿Será que los cristianos deberíamos inscribir en el «Instituto de Propiedad intelectual» al Dueño de la Navidad, a Jesús?, suena jocoso, pero con esto quiero decir a todos los que deseen entrar a la celebración: comience por reconocerlo a Él como Dios, el dueño y Señor de nuestras vidas, de todo lo creado, el que tiene el poder y la gloria por siempre y para siempre, y que permite que cada vez volvamos a tener la esperanza de tiempos mejores, de justicia social, de recuperar los valores perdidos, de recordarnos que Él vino a este mundo solo por amarnos inmensamente a cada uno en particular.
¡Que necios que somos! ¡No aprendemos!, !cada año lo olvidamos más. Empieza la locura de la navidad, el correteo detrás del juguete escogido por nuestro hijo, comienzan los endeudamientos, compre hoy y ¿pague cuando pueda?
Católicos y cristianos en general, recuperemos el sentido de esta maravillosa fiesta, contémosle a nuestros hijos porque y como fue engendrado Jesús en María Santísima, como José, padre adoptivo de Jesús, tocó las puertas de todas las posadas en Belén desesperadamente para que alguien le de alojamiento a su esposa que estaba a punto de dar a luz al salvador del mundo, y nadie le atendió, cuéntenle a sus hijos y nietos, que el «Rey de Reyes» nació en la pobreza total, y que Él vino para devolvernos la alegría de algún día llegar a la casa del Padre, si cumplimos sus enseñanzas.
Que cada uno, le cuente esto a un niño, que los canales de televisión pongan películas sobre el nacimiento de Jesús, que en los colegios en lugar de elegir ¨princesitas de navidad¨ informemos a todos los alumnos cual es el origen de la navidad, y que cada uno haga su propósito para regalar un presente a Jesús en su prójimo al que le falte lo más básico.
En este año de la Fe, en el que el Santo Padre Benedicto XVI nos ha pedido que evangelicemos a los bautizados, o sea a todos aquellos que han recibido este sacramento por tradición o por tener un padrino que le de al ahijado un buen regalo, pero que no tienen idea ni en que creemos, ni cuáles son las verdades de nuestra fe, aprovechemos y hagamos campaña para retornar a las raíces del amor y que en nuestra cabeza, y en el corazón de todos los hombres de buena voluntad se escuche un solo grito: NAVIDAD ES JESUS.