Hace más de 7 años tras la muerte inesperada de mi cuarta hija tuve mi
    primer contacto cercano con la cultura de la muerte, ella no fue víctima de
    ésta pero su corta vida me acercó abruptamente al dolor y al vacío en el
    que se sumergen los padres de los niños víctimas del aborto, esas pequeñas
    víctimas inocentes de un mundo que se encuentra de cabeza.
    Cada año el 28 de diciembre la Iglesia conmemora la fiesta de Los Santos
    inocentes. Este día la liturgia de la Iglesia recuerda la injusticia atroz
    sufrida por los más inocentes, la gran matanza de niños que ordenó el rey
    Herodes pretendiendo matar al niño Jesús.
    Más de dos mil años han pasado y el día de hoy seguimos atónitos ante lo
    que parecía inconcebible: una sociedad vuelta contra sus propios hijos, un
    infanticidio terrible donde las mujeres engañadas, indefensas, presionadas
    o confundidas, pero también muchas veces convencidas, acuden al asesinato
    de sus hijos pidiendo ellas que esto se lleve a cabo.
    Este 28 de diciembre será publicada una esquela que representará la
    incontable cantidad de oraciones que se ofrecen a Dios en favor de los
    niños asesinados a través del aborto, de quienes les hayan matado, de todos
    los que están en riesgo de morir victimas del aborto, madres e hijos y de
    aquellos que promueven esta tragedia.
    Es un recordatorio que lleva dos direcciones, la primera es la oración que
    suba como incienso a Dios y la segunda, el materializar en las mentes de
    las personas en general, provida muchas sin saberlo, este terrible
    infanticidio, esto ha logrado cambiar corazones que, dispuestos, se
    reconcilian con Dios.
    Les invito a unirse a esta iniciativa, valdría la pena que no solo fueran a
    título personal, sería grandioso que empresas, familias, parroquias,
    instituciones, grupos, escuelas, seminarios, congregaciones, consultorios,
    asociaciones, pastorales, etc. pudiesen llevarlo a cabo.
    He visto el bien que hace y no hace falta un gran desgaste ni físico ni
    económico. Todos pueden participar, se crea una actividad personal a favor
    de la vida y se puede despertar una conciencia familiar, empresarial,
    comunitaria con posteriores acciones específicas por parte de un gran
    número de personas.
    He podido constatar además que hay personas que tomándolo como una broma
    cuestionan el número específico de asesinatos a través del aborto que se
    llevan en el D.F. y en el mundo, una duda que siembra dolor y una posterior
    acción a favor de la defensa de la vida humana.
    Solo imaginen abrir el periódico el día 28 de diciembre y encontrar
    tapizado de obituarios donde familias, empresas, médicos, instituciones,
    escuelas, universidades, parroquias, diócesis dan el pésame a nuestra
    sociedad convulsionada por el asesinato de millones de seres humanos,
    cuántas madres desoladas no podrán quizá respirar hondo consoladas al fin
    al sentir como otros son consientes de sus tragedias y les acompañan,
    cuantos padres y abuelos se unirán en silencio a las oraciones que suban a
    Dios pidiendo perdón y paz, y rogando misericordia.