MAMÁ ¿QUE ESPERO DE TI?
Por: Eleana Endara Borja
Si algún día se nos pasa por la mente esta interrogante, de seguro dará lugar a un profundo análisis de lo que hemos hecho como madres, en la formación de nuestros hijos, y posiblemente nos surjan algunas inquietudes no solo al examinarnos de manera personal, sino al mirar cómo se comportan y educan las mamás hoy.
Dice la escritora Ángela Marulanda, que en el afán de querer ser los padres que quisimos tener, hemos pasado de un extremo al otro, y que los chicos de hoy no se parecen en nada a los chicos de nuestra época, pues tienen mucha información, que nosotros no la tuvimos, pues ahora con los medios de comunicación masiva, el Internet, redes sociales, celulares, etc. los chicos «creen saberlo todo», y las madres se ven cada vez más en desventaja ante sus hijos, que son full tecnología, y que además les molesta actualizar a su mamá «que no logra ingresar a su era tecnológica».
Entonces la mamá de hoy inconscientemente se siente menos que sus hijos, y empieza a negociar con ellos desde muy chiquitos para no perder su cariño, y así las mamás hoy son las últimas que respetaron a sus
padres y las primeras que consienten que sus hijos las irrespeten, ahora es la mamá la que le pregunta a la niña de 4 años «Hijita ¿qué vestido te quieres poner? ¿éste, o este otro? y la niña sabia escoge, pues en la tele ha visto lo que se usa, y lo que está in», y así crecen los hijos con este sentido de superioridad ante su madre, y eso ha mermado el papel de educadora que debemos tener todas las madres, pues es nuestro deber.
padres y las primeras que consienten que sus hijos las irrespeten, ahora es la mamá la que le pregunta a la niña de 4 años «Hijita ¿qué vestido te quieres poner? ¿éste, o este otro? y la niña sabia escoge, pues en la tele ha visto lo que se usa, y lo que está in», y así crecen los hijos con este sentido de superioridad ante su madre, y eso ha mermado el papel de educadora que debemos tener todas las madres, pues es nuestro deber.
También encontramos mamás que con sus hijas adolescentes compiten por la belleza y la moda, les fascina escuchar cuando alguien, que encuentra a madre e hija juntas, les dice: «parecen hermanas» y allí sienten un gozo tan inmenso a tal punto que no se detienen a pensar si a su hija le gustaría tener una hermana o una madre, cuyo papel es irremplazable.
Otras mamás muy profesionales, ocupan altos cargos, son la eficiencia total, tienen unos ingresos excelentes, pero en sus casas sus hijos permanecen educándose con el servicio doméstico, que aunque sea muy calificado, no es su madre.
Muchas están en su casa, cumpliendo sus labores domésticas, pero se sienten explotadas, y cansadas de hacer todo para que la casa funcione, y son solo un cúmulo de frustraciones, viven bravas, piensan que son esclavas, y sus hijas aprenden la lección, «cuando yo me case, no voy a ser la sirvienta de la casa, por lo tanto me casaré con un hombre que tenga dinero»
Pero hay muchas madres que son de » sacarse el sombrero» algunas fueron abandonadas por quedar embarazadas, y no se les ocurrió abortar a su bebe, pues sabían que eso es un crimen abominable. Otras han permanecido al pie de las cunas de sus hijos transmitiendo desde el primer día su amor, enseñándoles a rezar, contándole historias que llevan al pequeño a comprender cuales son los valores que él deberá tener en la vida, tienen vivencias familiares, como por ejemplo la época de Navidad, en la cual su hijo espera a verdadero dueño de la navidad, a Jesús. Madres que guían en las tareas escolares, madres que con paciencia le enseñan al niño a comer todas las comidas, pues el fin de comer es alimentarse, y con gran sabiduría ponen límites, que son muy necesarios para ubicarnos en la vida.
Una madre da todo, y no se siente mal por ello, aprende todo, y no se asusta de lo nuevo de los tiempos tecnológicos, cuida, se desvela, y forma hijos para que sepan caminar por la vida enfrentando los problemas de una manera segura, como «se lo enseñó su mamá desde pequeño», con amor, disciplina, generosidad, alegría , responsabilidad y con fe en Dios.
Si queremos un ejemplo de madre a seguir, solo miremos un momentito a María, Ella es el compendio de virtudes, un camino seguro para vivir ese regalo que nos ha dado Dios a las mujeres: la maternidad.