BENEDICTO XVI Y LA BIOÉTICA
Autor: Jorge Nicolás Lafferriere | Fuente: www.centrodebioetica.org
«Siento el deber de iluminar las conciencias de todos, para que el progreso científico respete verdaderamente a todo ser humano, al que se le debe reconocer su dignidad de persona. «Los cristianos, al formar su conciencia, deben atender con diligencia a la doctrina cierta y sagrada de la Iglesia. Pues, por voluntad de Cristo, la Iglesia católica es maestra de la verdad y su misión es anunciar y enseñar auténticamente la Verdad, que es Cristo, y, al mismo tiempo, declarar y confirmar con su autoridad los principios de orden moral que fluyen de la misma naturaleza humana» BENEDICTO XVI
18 de febrero de 2013: «En la actualidad, la bioética es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral, y en el que está en juego la posibilidad de un desarrollo humano e integral». En este pasaje de su encíclica «Caritas in Veritate» (n. 74), Benedicto XVI incorporaba de manera definitiva la bioética al pensamiento social cristiano y señalaba la importancia de esta disciplina para la vida social.
El Papa ha realizado importantes contribuciones a la bioética desde un pensamiento agudo y que supo captar los cambios que implican las biotecnologías en el inicio del nuevo siglo.
1. Documentos
Podemos mencionar dos textos centrales en los que Benedicto XVI aborda la cuestión bioética, uno firmado por el Papa y el otro correspondiente a la Congregación para la Doctrina de la Fe:
a) La encíclica Caritas in veritate (29 de junio de 2009) es el documento en que Benedicto XVI plasma su pensamiento sobre la novedad de la bioética y la relación que guarda con el desarrollo.
b) La Instrucción Dignitas Personae de la Congregación para la Doctrina de la Fe (8 de septiembre de 2008), aprobada por el Papa Benedicto XVI, y que vino a actualizar la enseñanza sobre las cuestiones que había tratado la Instrucción Donum Vitae de la misma Congregación y que había sido publicada en 1987, cuando el entonces Cardenal Joseph Ratzinger presidía ese Dicasterio vaticano. Este documento estuvo precedido por un importante discurso del Papa Benedicto a la Congregación, el 31 de enero de 2008, en el que el Papa fijó las grandes líneas del posterior documento.
Además, los temas de bioética, de la vida y la familia, estuvieron presentes en muchos discursos del Papa Benedicto XVI, sobre todo de manera sistemática a lo largo de los años de su Pontificado en sus intervenciones dirigidas
-a la Pontificia Academia para la Vida, -al Pontificio Consejo para la Familia,
-al Cuerpo Diplomático, -a Episcopados en visita ad-limina, -a participantes de Congresos y otras actividades, -a embajadores al momento de presentación de las cartas credenciales.
2. Contenidos
A continuación proponemos algunos puntos que entendemos son contribuciones nuevas o acentos particulares que ha hecho Benedicto XVI en su Pontificado:
a) Los principios de la bioética: en el mencionado discurso a la Congregación para la Doctrina de la Fe que antecedió a la Instrucción Dignitas Personae el Papa propuso «dos criterios fundamentales para el discernimiento moral en este campo», a saber:
i) «el respeto incondicional al ser humano como persona, desde su concepción hasta su muerte natural»;
ii) «el respeto de la originalidad de la transmisión de la vida humana a través de los actos propios de los esposos».
b) Apertura a la vida y desarrollo social: ante la difusión del aborto, la anticoncepción y la esterilización, el Papa apuntó en sus enseñanzas a enfatizar la conexión que existe entre la apertura a la vida y el desarrollo. «Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social. La acogida de la vida forja las energías morales y capacita para la ayuda recíproca» (Caritas in Veritate, 28).
c) Persona y género
En estos años, se profundizó la incidencia de la llamada «perspectiva de género» en la elaboración de políticas públicas, en la educación y en otros ámbitos de la vida social. El tema ya había sido abordado por la Congregación para la Doctrina de la Fe el 31 de mayo de 2004 cuando era presidida por el entonces Cardenal Ratzinger en la «Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración entre el hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo». A lo largo de su Pontificado el Papa reiteradamente habló del tema y podemos encontrar una visión de fondo en su último discurso a la Curia Romana del 21 de diciembre de 2012. Allí, citando inicialmente un informe del gran rabino de Francia, Gilles Bernheim, dijo que para la filosofía del género «el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social del que se decide autónomamente… El hombre niega tener una naturaleza preconstituida por su corporeidad, que caracteriza al ser humano… En la actualidad, [para el género] existe sólo el hombre en abstracto, que después elije para sí mismo, autónomamente, una u otra cosa como naturaleza suya».
d) El matrimonio entre varón y mujer: otro tema creciente en la agenda pública de estos años ha sido el del matrimonio, sobre todo por las pretensiones de llamar legalmente matrimonio a las uniones de personas del mismo sexo. El Papa Benedicto XVI afrontó el tema en diversas ocasiones. En el citado discurso a la Curia de 2012, luego de hablar del género se refirió a este punto: «Ahora bien, si no existe la dualidad de hombre y mujer como dato de la creación, entonces tampoco existe la familia como realidad preestablecida por la creación. Pero, en este caso, también la prole ha perdido el puesto que hasta ahora le correspondía y la particular dignidad que le es propia».
e) Bioética y Doctrina Social: la vinculación entre bioética y doctrina social de la Iglesia ya podía reconocerse en diversos documentos anteriores del Magisterio, sobre todo en la encíclica Evangelium Vitae de Juan Pablo II (1995). Sin embargo, en Caritas in veritate es la primera vez que el tema se incorpora de manera explícita y extensa entre las cuestiones sociales. Dentro del capítulo VI sobre el desarrollo y la técnica, los números 74 y 75 estuvieron dedicados a la bioética. Allí se enfatiza que el bioético es «un ámbito muy delicado y decisivo, donde se plantea con toda su fuerza dramática la cuestión fundamental: si el hombre es un producto de sí mismo o si depende de Dios» (n. 74).
Síntesis final:
Para finalizar, podemos citar las palabras de Benedicto XVI en el citado discurso a la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2008:
«Después de la publicación, en el año 1987, de la instrucción Donum vitae, que enunció esos criterios, muchos han criticado al Magisterio de la Iglesia, denunciándolo como si fuera un obstáculo para la ciencia y para el verdadero progreso de la humanidad. Pero los nuevos problemas relacionados, por ejemplo, con la crio-conservación de embriones humanos, con la reducción embrionaria, con el diagnóstico pre-implantatorio, con la investigación sobre células madre embrionarias y con los intentos de clonación humana, muestran claramente cómo, con la fecundación artificial extra-corpórea, se ha roto la barrera puesta en defensa de la dignidad humana. Cuando seres humanos, en la fase más débil e indefensa de su existencia, son seleccionados, abandonados, eliminados o utilizados como mero «material biológico», no se puede negar que ya no son tratados como «alguien», sino como «algo», poniendo así en tela de juicio el concepto mismo de dignidad del hombre» (Discurso a la Congregación para la Doctrina de la Fe, 31 de enero de 2008).
Ciertamente, la Iglesia aprecia y estimula el progreso de las ciencias biomédicas, que abren perspectivas terapéuticas hasta hoy desconocidas, por ejemplo mediante el uso de células madre somáticas o mediante las terapias encaminadas a la restitución de la fertilidad o a la curación de las enfermedades genéticas.
Al mismo tiempo, siento el deber de iluminar las conciencias de todos, para que el progreso científico respete verdaderamente a todo ser humano, al que se le debe reconocer su dignidad de persona, por haber sido creado a imagen de Dios; de otro modo no sería verdadero progreso. El estudio de esas cuestiones, al que os habéis dedicado de modo especial en vuestra sesión durante estos días, contribuirá ciertamente a promover la formación de la conciencia de numerosos hermanos nuestros, según lo que afirma el concilio Vaticano II en la declaración Dignitatis humanae: «Los cristianos, al formar su conciencia, deben atender con diligencia a la doctrina cierta y sagrada de la Iglesia. Pues, por voluntad de Cristo, la Iglesia católica es maestra de la verdad y su misión es anunciar y enseñar auténticamente la Verdad, que es Cristo, y, al mismo tiempo, declarar y confirmar con su autoridad los principios de orden moral que fluyen de la misma naturaleza humana» (n. 14).